En plena época de sequía hablar de agua y riego es un tema controvertido y complejo, pero que precisamente hay que abordar y analizar para hacer de estos sistemas unas instalaciones lo más eficaces y sostenibles posible tanto en su diseño como en su mantenimiento.
El agua juega un papel fundamental y estratégico en el presente y el futuro de todas las regiones y ciudades, tanto a nivel social como ambiental, influyendo en la salud, bienestar y calidad de vida de las personas.
En tiempos de crisis, como la pandemia de la Covid-19 vivida desde 2020 y ahora la situación de escasez de agua, no hay duda alguna de que el agua juega ahora un papel esencial y estratégico. El objetivo es alcanzar el bienestar de las personas y sobre todo, el desarrollo sostenible.
Pero como sabemos, es un recurso no renovable, por eso, hay que hacer frente al déficit estructural de agua que vivimos y se requiere un comportamiento de buen uso y optimización de los recursos disponibles para cualquiera de sus usos, ya sea consumo humano, industrial o para riego.
Se afronta, pues, desde todos los frentes un déficit estructural de agua que afecta a los sistemas de abastecimiento urbano y de uso de este bien esencial para agricultura, riego y sus terciarios. Especialmente en un territorio con un contexto climatológico como Andalucía, donde las horas de luz e irradiación se multiplican, tratándose de una tierra seca, donde se está viviendo una escasez de precipitaciones desde hace muchos meses, lo que se traduce en un descenso importante de las reservas hídricas que están disponibles en la comunidad.
En lo que respecta a los sistemas de riego, la realidad hídrica actual requiere el uso de instalaciones hidráulicas y técnicas optimizadas y mejoradas que brinden la máxima calidad, eficacia y especialización en los diferentes métodos como riego por aspersión (apto para todo tipo de superficies y extensiones), goteo (máximo aprovechamiento del recurso agua) o automático (rentabilidad en tiempo y dinero).
En todos los casos, una de las prioridades ha de ser la tecnificación y especialización de los sistemas que se instalen, así como su adaptación a las correspondientes normas estándares de calidad y medio ambiente, en todas las fases del proceso, cuidando al máximo la categoría de equipos y accesorios de riego de los que se disponga, incluyendo los programadores de riego, sensores, instalaciones de bombas, tuberías y canalizaciones de diverso tipo o cualquier maquinaria adicional.
En Andalucía, más que en ningún otro sitio
Contar con un servicio de instalaciones de riego con experiencia en el terreno, tanto a nivel de diseño como de montaje, conexión y seguimiento, es una garantía para hacer un buen uso y aprovechamiento del agua destinada a hidratar zonas verdes, o en otras áreas de actividad como depuradoras, casetas de bombeo de agua potable, instalación de bombas, canalizaciones de aguas residuales en tuberías de diferentes materiales, dimensiones y características.
La innovación y la tecnología han de aplicarse hoy más que nunca a numerosos procedimientos y ámbitos y entre ellos está el agua. Cada vez es más necesario promover el uso eficiente de este recurso a todos los niveles. Se prevé que en los próximos años la gestión óptima y eficaz del agua de riego sea un elemento indispensable para mantener y garantizar a corto y medio plazo la seguridad alimentaria de las personas, de la humanidad, siendo este un reto integral y global.
Ante este escenario, mejorar el rendimiento y la eficiencia del uso del agua en los distintos sistemas agrícolas y de riego no solo es un reto, sino una oportunidad, además de una necesidad imperiosa y obligación de carácter ético.
Se trata de una realidad con gran incidencia a escala mundial, pero más significativa aún en la región mediterránea, donde la disponibilidad de agua es aún más escasa y limitada, y el cambio climático afecta de forma negativa a los recursos disponibles, no solo por el incremento progresivo de las temperaturas y la consecuente evaporación en las masas de agua, sino sobre todo por la irregularidad en la distribución temporal de las precipitaciones. Cada vez hay mayor escasez de recursos hídricos, independientemente del uso que se les dé, un hecho que se agrava con los periodos que ahora mismo se están alternando, donde hay largos meses de sequía con épocas de lluvias torrenciales.
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